Ensayos

1. Diálogo, di algo
   AVISO A NAVEGANTES: el texto que leerán a continuación es fruto de la enajenación de mi mente en una de mis múltiples divagaciones mentales de duermevela. Es una doble "k" que nuestro cerebro escoja ese momento para darnos las mejores ideas que a la mañana siguiente no recordaremos. Por fortuna esta vez tuve la voluntad suficiente para apuntarlas. Es un diálogo absurdo, sin sentido y lleno de vacas verdes que rumian mientras vuelan al rededor del Halcón milenario cantando "Hielo en San Fermín" de Engendro. Cada frase tiene un sentido oculto y una relación con la anterior. A ver si sois capaces de entender cada juego de palabras, calambur o parida. Ya os dejo en paz, no sin antes recordar lo bonito que es nuestro lenguaje y las posibilidades que nos brinda para jugar con él (siempre y cuando no caiga en manos de ciertas personas).


ACTO I

Escena 1

Situación: dos hombres de mediana edad en una fiesta de etiqueta. Los dos visten smokings con pajarita. Están de pie con el codo apoyado sobre la mesa, cada uno con una copa de coñac en la mano. Con una actitud chulesca conversan entre ellos sin establecer contacto visual. Miran a los asistentes de la fiesta.

Aitor: ¿Ves a esa? Besa a esa.
César: ¿Aquella?
A: ¿A qué ella si no? Tu sino es.
C: Mi "sí" no es pa' ella.
A: ¿Es pues bistec?
C: No, es monotec... ¿La desvisto pues?
A: Sí, pero no le des el visto.
C: Que paradoja...
A: ¿Para qué?
C: Paragüas.
A: ¡Pero si ha escampado!
C: ¿Quién lo desacampará?
A: La policía nacional.
C: ¿Nazi o anal?
A: Nací por vaginal.
C: Va genial, es mejor que la cesaria...
A: Sí César, mejor cesar ya.

(...)

C: ¿Y si seguimos hablando?
A: ¿A Blando? ¿Ahora?
C: ¿Qué hora?
A: La de orar.
C: ¿Orar hablando?
A: No, orar a Blando, el primogénito.
C: ¿Genito no estaba en Alemania?
A: Ale, manía la tuya... Se mudó a Mongolia y quedó mongol y ya.
C: ¿Entonces la beso?
A: ¿Que si la veo o... qué?
C: Nada, vámonos.
A: Espero que no se ahogaran.
C: Cuidado, se acerca.
A: Sea cerca o no, bésala.
C: ¿Ves? ¡Ala! ¡De lujo!
A: No, a la de lujo no que no tienes perras.
C: Jajajaja que buena esa.
A: ¿Quién?
C: Scarlett Johansson.
A: Es Carlet, yo... ¿Han sonado ya las 3?
C: ¿Lastres de peso?
A: No, de poca importancia.
C: Bien, allá voy, voy a hacerlo.
A: ¡¿Al lavabo y a hacerlo?! ¡Que pasada!
C: Quepa Sara o no, follaremos.
A: ¿"Foy"? ¿Es algún plato japonés?
C: Japón es muy grande, quien sabe.
A: El señor bistec.
C: ¿Otra vez?
A: Shh calla, ya está aquí.


Pequeño silencio mientras se acerca la aludida interrumpido por un par de sorbos a sendas copas de coñac.

Fin de la primera escena. 

* Nota del apuntador: anote y note el vocablo formado por las iniciales de nuestros protagonistas si se se lee el diálogo en vertical.

2. Postulado matemático sobre la masturbación masculina
   A continuación expondré la respuesta a una pregunta que seguramente alguien (sobre todo hombres) se haya planteado alguna vez: "¿Cada cuánto es necesario masturbarse si es que lo es?".
   No es del todo necesario. El cuerpo, concretamente los testículos, fabrica una determinada cantidad de espermatozoides que son expulsados por el pene en forma de eyaculación. Dicha eyaculación puede ser voluntaria o no, pero el cuerpo tiene que desprenderse de aquellos fluidos de una manera u otra. Esto da respuesta a algunas experiencias como por ejemplo "mojar" la cama (técnicamente llamada "poluciones nocturnas"), provocada normalmente por algún sueño erótico. Esto se produce porque al no liberar el semen de manera voluntaria, el cuerpo toma represalias y lo expulsa, aún siendo involuntariamente.
   En conclusión podríamos decir que la masturbación no es necesaria, pero lo que si que es necesario es la expulsión de semen, de manera voluntaria o involuntaria.

   Ahora bien, desde la pubertad los hombres producimos espermatozoides de manera ininterrumpida y eficaz. Se calcula que un hombre formado sexualmente fabrica una media de 1000 espermatozoides por segundo. Cuando multiplicamos esa cifra por el número de segundos que tiene una hora y las horas que tiene un día, obtenemos el número de espermatozoides que fabrica un hombre adulto al día: 86.400.000. 

1000 espermatozoides/segundo x 3600 segundos/hora x 24 horas/día = 86.400.000 espermatozoides/día

   Si partimos de la base de que una eyaculación media expulsa, aproximadamente, 300.000.000 de espermatozoides y que dicha expulsión es necesaria, como hemos visto en el párrafo anterior ¿Cuánto tiempo hace falta para que se produzca una eyaculación ya sea voluntaria o involuntaria? Basta con dividir el número de espermatozoides de la eyaculación media por el número de espermatozoides que fabricamos los hombres al día. El resultado que obtenemos, redondeando, es de 3'472 días.

300.000.000 espermatozoides : 86.400.000 espermatozoides/día = 3'472222222222222 días.

   Por lo tanto podríamos decir que la eyaculación debe producirse en ese período de forma voluntaria. Si no, sucederá de todas maneras. 
   Así que si llevas casi 4 días sin masturbarte, estás muy necesitado y tienes miedo o vergüenza de mojar la cama... ¡Ponte las pilas!

3. Náufragos
   Solo quedan unos pocos. Todo el mundo que los ve los señala con el dedo, ya que destacan entre la mayoría por su ropa ajada y su barba de más de tres semanas. Nadan constantemente luchando contra las olas del mar que son las dificultades de la vida, en busca de una barca a la deriva para poder continuar vivos, salvados. Cada naúfrago tiene una barca ideal, por eso dejan pasar aquellas que no les llenan. Y cuando encuentran esa barca que llevan buscando tanto tiempo, se suben a ella y se sienten a salvo. Se ríen del resto de gente que se conforma con un madero podrido o con una barca que no les calza bien. Ellos prefieren sufrir algo más de tiempo en soledad hasta encontrar lo que buscan, porque la dicha que sienten entonces es mucho mayor que cualquier pedazo de felicidad del resto de hombres. Cuando un náufrago encuentra su barca no le importa nada más, vive por y para ella. Ella es su salvadora y por eso él la ama sin condición. Los naúfragos no buscan sus barcas en bares o discotecas. No saben donde buscar. Ansían encontrarlas por encima de todo, pero parece que ellas a ellos no. Por eso se sienten tan solos. 

4. Mi bar
   En mi bar sólo serviré dosis justas de compasión, algo de empatía y unas aceitunas. Mi bar se llamará el Bar "to' lo meo", en honor a los borrachos que crucen sus puertas y a su camarero estrella: Bartolomeo, empleado del mes hasta en Febrero que casi no es ni mes.
   Se permitirá la entrada a todos los corazones rotos que deseen pintar a alguien con su sangre derramada. Ya limpiará Bartolomeo los restos de este líquido al parecer superfluo con una fregona.
   Como dueño y gerente, yo estaré allí todas las noches sentado frente a ese piano de cola, improvisando jazz con un contrabajo, una batería y un martini.
   En mi bar se permite fumar, pero sólo marihuana. Al dueño no le gusta el olor a tabaco.
   Tú tienes copas gratis cuando quieras. Sí, tú, pero sabes que no me gusta que bebas. Desde el escenario te dedicaré los poemas más íntimos ante un público escaso y culto. No tienes por qué darme las gracias, lo hago encantado, sabes que soy así. No necesito que te guste; tan sólo que lo aprecies, al fin y al cabo me quieres.
   Puedo ver tus piernas temblando suplicando que baje a besarte. Igual es por los tacones, quítatelos, pero la carne de gallina te delata... o quizá deba bajar el aire acondicionado.
    Tú debilidad es mi voz cuando hablo. Cuando me acerco ya sabes que no hay marcha atrás y te entregas a la serie de susurros que con malas intenciones profiere una voz profunda.
   Fuera llueve, pero ya estamos mojados. Puede que un paseo por la lluvia te ayude a sentir algo de frío y olvidarte de mí, sin embargo, no has contado con que no te voy a soltar. Este aire bohemio te parece presuntuoso y orgulloso. Lo odias y te atrae y odias que te atraiga.
   No fue culpa mía que entraras aquella noche y te sentarás con las piernas cruzadas en la barra mordiéndote el labio inferior. Tampoco fue culpa mía que finalmente me cogieras de la mano y bajo la lluvia me dirijieras a ciegas a tu casa. Los mordiscos en la espalda, la piel erizada, las caricias con las pestañas y los orgasmos tampoco estaban planeados.

   En cambio, no dejas de ser otra musa sin nombre que inspire sensibilidad en forma de prosa. Te veo en mi realidad, muy pronto.

5. Frases, sólo unas pocas... frases
   El roce de sus labios contra mi piel desprendía pequeñas descargas eléctricas que se iban extendiendo por todo mi cuerpo, exinguiéndose poco a poco.

   Su aliento susurraba en mi oído fragmentos de poemas aún por esribrir.

   Acariciaba la suavidad de su cuerpo desnudo y relajado mientras dejaba a mis pensamientos vagar libremente.

   Sus ojos, incluso cerrados, seguían diciendo que me amaban.

   Como si de un metrónomo se tratara, nuestras respiraciones siguen a tempo el compás del momento.

   Cosquillas con el pelo y con las uñas, una media sonrisa y una mueca de ternura.

   - Te quiero, dice un beso.
   - Te amo, contesta un abrazo.

   Y entonces nos fundimos en un sueño eterno que perdura hasta que la ilusión se desvanece y con ella el momento.

6. Nadie escucha a los músicos
   Es una verdad como un templo. Pasemos a explicar esta paradoja.
   No es lo mismo "oir" que "escuchar", la diferencia radica en que escuchando conseguimos entender la letra (si tiene), identificar algún instrumento, cantar, bailar... y esto está al alcance de todo el mundo. Si encima eres músico puede que notes algún fallo, te percates de si es mono o estéreo, estudies las posiciones panorámicas y volúmenes, identifiques acordes, notas, compases, el tono...
   Oir requiere mucha menos atención y concentración que escuchar. Cuando oímos la música es como si estuviera de fondo, ponemos la música mientras hacemos otras cosas y simplemente está ahí para hacernos compañía.
   Lo malo de todo esto es que habitualmente la gente oye más música de la que escucha. Es cierto y es una pena. Los músicos siempre estamos ahí, animando guateques, berbenas y fiestas; pero nadie nos tiene en cuenta.
   Eso sí, como pare la música: "¡¿Qué has hecho Satán?!" "¡¡Vuelve a ponerla!!"
   No hay quién lo entienda y sin embargo ¿a quién no le gusta la música?. Creo que es la única cosa que ha creado el hombre que es mundialmente aceptada y acogida con cariño, sea del tipo que sea.

7. El amor, el motor que mueve el mundo
   Miro a esa niña pequeña en el metro que no debe llegar al cuarto año de edad jugando con su madre. Observo como pone sus manos sobre las de su madre, cruzándolas o no según corresponda. En la cara una sonrisa, en el corazón cariño.

   Entonces me acuerdo de una teoría que ya empecé a desarrollar desde pequeño: el amor, el motor del mundo. El "querer" como principal impulsor de todo. Y es que en cierto sentido todo lo causa este verbo, "querer". Si yo no quisiera escribir esto no lo estarías leyendo ahora mismo. Me podrían obligar, claro que sí; amenazándome, a punta de pistola... pero el querer sigue presente en la mente del que me obliga a hacerlo.
   El querer a veces es impulsado por la curiosidad, así que en realidad no es lo único, pero ¿por qué se ve motivada la curiosidad? Yo no tengo respuesta.

   Tres cosas faltan en el mundo: educación, felicidad y amor. Si no, prueba a ir sonriendo por el metro, desentonando con todo el mundo. No hay que forzarse a ser feliz, ni mucho menos. Pero si realmente lo eres, muéstraselo al mundo ¿Por qué no? Si de verdad sientes que estás educado para ser querido no hay razón para que no encuentres la felicidad. O quizá sea ella la que nos tenga que encontrar a nosotros. El fin de todo ser humano no debería ser otro más que la búsqueda de la felicidad, como objetivo principal en su vida.
   ¿Existe la felicidad o solo los pequeños momentos felices? ¿El amor proporciona felicidad? Estoy seguro de que cada uno tenemos una respuesta distinta a estas preguntas.
   Pregúntate a ti mismo/a "¿Soy feliz?", pregúntatelo a diario; pues solo así conseguirás conocerte mejor y sacar de tu vida las incomodidades innecesarias.

8. El amor no es una ciencia
   El número de poemas y canciones que escribes no es directamente proporcional a la cantidad de amor recibida.
   El amor no está planeado, simplemente pasa. Él o ella puede ser feo/a o guapo/a, rico/a o pobre, bajito/a o alto/a... No importa, tan solo empiezas a sentir una fuerte dependencia por esa persona y llegas a adorarla. Da igual si se parece a ti o no, si vuestras personalidades son completamente opuestas o es completamente distinto/a a tu ex. Pasa y ya está ¿Destino? ¿Casualidad...? ¿Qué más da? Pasa y ya está.
   El amor es arte. El arte a amarte. Desordenado, bello y de entendimiento distinto para cada usuario. Puede manifestarse de mil formas y aún así habrá gente que no lo comprenda. Acordes mayores, acordes menores. Un roce de labios, un muerdo hasta perforarlos y saborear esa sangre que es jugo de pasión. Un cuerpo desnudo y vulnerable contra el otro. Comerte a besos sin llegar a saciar nunca mi hambre.

   Es difícil encontrar a alguien apropiado, alguien que se lo merezca.
   Ya no quedan Don Juanes, ya no quedan princesas.

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